Galardonado por la reina
Isabel II con la Orden del Imperio Británico, Alan Turner es un veterano militar
que ha sido objeto recientemente de una campaña de desprestigio por parte de
cierta prensa de su país. ¿El motivo? Haber contado que en 1971 fue testigo de
un misterioso avistamiento. MÁS ALLÁ ha hablado con él.
Por David Benito
Del OlmoEl coronel de la Royal Air Force (RAF) Alan Turner relató
en 1996 cómo vivió la captación de varios extraños objetos por los radares de
las Fuerzas Aéreas británicas en el verano de 1971. Pero no ha sido hasta
finales de 2008 cuando, tras rememorar el suceso en el congreso anual de
ufología organizado por la revista británica UFO DATA, su caso ha tenido cierta
repercusión. MÁS ALLÁ lo ha entrevistado para intentar arrojar algo de luz sobre
un suceso silenciado durante casi cuarenta años.
COMPORTAMIENTO EXTRAÑOMuchos años
después del incidente, Alan Turner escribió un informe que entregó al veterano
investigador del fenómeno OVNI David Beeper. El documento era un testimonio de
lo sucedido en 1971. En aquella época Turner era el supervisor militar –había
otro civil– en la base Sopley de la RAF. El protagonista de la historia no puede
concretar con exactitud la fecha en que se produjo. Tan solo recuerda que era la
tarde de un martes de julio. Este dato reduce las posibles fechas al 6, el 13,
el 20 y el 27 de julio. En cualquier caso, aunque intentáramos encontrar el
informe en los archivos de la RAF lo más probable es que hubiera desaparecido,
dado el oscurantismo que existe en torno a este caso. El responsable civil de la
base advirtió a Turner de que el radar estaba captando algo extraño en un lugar
situado sobre el mar a 20 millas naúticas (aproximadamente 37 km) de distancia
al Este del borde oriental del área de peligro de Salisbury Plain (sur de
Inglaterra): seis o siete objetos voladores de procedencia desconocida que se
desplazaban en dirección sureste y que estaban separados entre sí por unos 9 km.
A una distancia de 40 millas (64 km) del punto de origen desaparecían para
surgir de nuevo casi de forma inmediata en el punto del que habían partido. Alan
Turner analizó los objetos con el radar FPS-6 Height Finder y descubrió que en
el momento en el que los ovnis aparecían se desplazaban velozmente a una altura
aproximada de 3.000 pies (914 m), mientras que cuando desaparecían se ubicaban a
60.000 pies (18.288 m) de altura, algo que por aquel entonces ni siquiera un
avión de combate era capaz de lograr en tan solo 64 km.
MÁS TESTIGOSTurner y el responsable
civil de la base no fueron los únicos testigos del incidente. Como veremos,
también pudieron presenciarlo cuatro controladores aéreos civiles y seis
militares. Sin un minuto que perder, Alan hizo una llamada a la unidad de radar
del aeropuerto de Heathrow (Londres) para preguntar a sus empleados qué
mostraban los monitores que tenían delante: la misma escena. También se vivieron
momentos de nerviosismo en la sala de control de Operaciones de Combate de la
RAF en Neatishead ante las anomalías que captaban los radares.
–“Definitivamente, no fue un fallo de los radares –explica Alan Turner–, pues, a
la vez que los ovnis, los aparatos siguieron mostrando todos los aviones civiles
y militares que estábamos controlando en ese momento. Hay que recordar que
Heathrow, Neatishead y el Canberra (un bombardero de doble motor) vieron lo
mismo. Cada uno de ellos utilizaba un radar diferente. Había seis radares en
tierra, cada uno con un diseño y una frecuencia distintos, así como el radar que
transportaba el Canberra”.
A pesar de que la previsión meteorológica para
el sur de Inglaterra era de total normalidad, Alan Turner telefoneó a la Oficina
de Información Meteorológica para informarse sobre la velocidad del viento.
Aparte de decirle que no sucedía nada extraordinario, le confirmaron que en ese
momento no había en esa zona globos sonda que explicaran la aparición de los
misteriosos objetos. Ni la fuerza ni la dirección del viento podían ser la causa
del extraño comportamiento de los objetos. Según Turner, las características de
aquella tarde permiten descartar que se produjera un fenómeno conocido como “eco
de ángel”, que había sido bastante frecuente en aquella época. Consiste en que
el radar registra un objeto volador de cuya existencia no se tiene constancia y
cuyo origen atribuyen los científicos a bandadas de pájaros, insectos o
determinadas condiciones meteorológicas. Además, los ovnis se movían sin rumbo
fijo. –“No tengo ni idea de lo que eran esos extraños objetos. Lo que sí puedo
asegurar es que no eran aviones Lightning, que eran los únicos que podían
alcanzar esa altitud en aquella época”, insiste Turner.
APROXIMACIÓN AÉREAEn el momento en
el que los radares estaban captando las anomalías, dos Canberras regresaban a
Reino Unido procedentes de Alemania. Turner pidió al piloto de uno de ellos que
se acercara al punto exacto en el que los radares ubicaban los objetos para
comprobar qué estaba ocurriendo. El otro avión tuvo que proseguir su camino
porque apenas le quedaba combustible en el depósito. El Canberra que se dirigió
hacia los ovnis volaba a unos 19.000 pies (5.800 m) de altitud. Cuando llegó a
menos de una milla se vivieron unos minutos de nerviosismo. –“Tanto el piloto
del Canberra como su acompañante observaron algo en los radares que ascendía con
una gran rapidez, pero no tuvieron contacto visual con el objeto a pesar de que
estaban tan solo a un cuarto de milla de distancia y que la visibilidad era
perfecta”, recuerda Turner.
Los extraños objetos captados por el radar
tardaron en desaparecer unos veinte minutos. Alan Turner se hizo con los
registros del radar y el vídeo, al tiempo que efectuaba las anotaciones
pertinentes en el registro. Cada una de las personas que estuvo presente en la
sala de operaciones durante el incidente tuvo que presentar, obligatoriamente,
un informe detallado sobre todo lo ocurrido.
OSCURANTISMO MILITAR
A los dos días de
este episodio, Alan Turner fue entrevistado por dos hombres, cuya identidad no
revelaron, en la oficina del Squadron Leader [un alto cargo de la RAF]. A todos
los que habían estado presentes en la sala de operaciones se les ordenó
tajantemente que guardaran silencio hasta que el asunto se hubiera aclarado. Al
cabo de cuatro años, el comandante de la base de la RAF en Wattisham, en cuyo
centro de control de radares trabajaba Turner, le notificó que, al no haber
encontrado una explicación al incidente de Sopley, el Ministerio de Defensa
británico (MoD) pondría en duda cualquier declaración que hiciera al respecto.
–“No tengo ni idea de si el Gobierno está ocultando información, aunque, si
fuera así, no sería la primera vez”, opina Turner sobre la postura oficial
respecto a incidentes de este tipo. Según el coronel, mientras estaba en la RAF
tuvo noticia de muchos otros casos similares de boca de sus compañeros: –“Yo en
concreto no he vuelto a vivir otro suceso como este, pero conozco a varias
personas que sí. Algunos de mis colegas han visto cosas raras en los
radares.
A raíz de que yo hablara del incidente de Sopley, un amigo me
llamó para decirme que recordaba lo ocurrido porque él también estaba allí
cuando sucedió, aunque no se encontraba de servicio. Me contó otros sucesos de
esta naturaleza que había presenciado en la región de East Anglia en el año
1967, a los que tampoco les habían podido dar una explicación. Este amigo aún
está pensándose seriamente si merece la pena contar sus propias experiencias”.
No resulta extraña su reticencia si se tiene en cuenta lo que ha sucedido con
Alan Turner, quien, pese a que siempre ha sido muy prudente a la hora de hacer
declaraciones, ha sido objeto de una campaña de desprestigio por parte de varios
medios de comunicación. –“Varias publicaciones británicas han tergiversado mi
historia. No han obrado correctamente”, denuncia. Pese a todo, corrobora cada
una de sus palabras. El temor a ser objeto de burla mantiene también en silencio
a otros miembros de la RAF: –“Existen numerosos casos en los que los pilotos y
los controladores han observado cosas muy extrañas –concluye Turner–, pero
ninguno se ha atrevido a decir que lo que había visto era un ovni. Al igual que
yo, estas personas mantienen la mente abierta en relación con este asunto, pero
no hay que olvidar que, si narran sus experiencias, su integridad profesional
puede verse seriamente perjudicada. Por eso suelen guardar silencio sobre el
tema”.
EL PERFILAlan
Turner recaló en 1966, a la edad de 25 años, en la Royal Air Force (RAF), donde
trabajó como controlador de tráfico aéreo. Su destino fue la base Sopley de la
RAF, situada en el condado de Hampshire (sur de Inglaterra), que durante la II
Guerra Mundial había hecho funciones de búnker. Cuando dejó de utilizarse como
tal se convirtió en Unidad de Radar de Control del Tránsito Aéreo (ATCRU) hasta
1974. Después esta unidad –que era de carácter tanto civil como militar– fue
trasladada a West Drayton, al oeste de Londres. Alan Turner estuvo destinado en
otros emplazamientos hasta que en 1990 se hizo cargo de la Escuela Central de
Control de Tráfico Aéreo (ATC). En 1995, tras diagnosticársele una esclerosis
múltiple, se vio obligado a retirarse con el rango de coronel de Aviación. Su
ejemplar trayectoria profesional hizo que fuera galardonado con la medalla de la
Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II de Inglaterra.
UN SUCESO INEXPLICABLE...para un militar
experimentadoPese a su larga experiencia en las Fuerzas Aéreas
británicas, Alan Turner no halla explicación para el suceso de 1971: “Por aquel
entonces los aviones no podían ascender a tanta velocidad. El hecho de que los
ovnis fueran vistos en las pantallas de tres radares de tierra, además de en las
de otro en el aire –el del bombardero que se acercó al punto exacto del
incidente– también supone un misterio. Asimismo, las condiciones meteorológicas
eran óptimas: el cielo estaba libre de nubes y la visibilidad era de al menos
cinco millas náuticas”.
¿VIDA
EXTRATERRESTRE?Una cuestión de probabilidades Alan Turner nos
transmitió su opinión sobre la posibilidad de que los ovnis sean de origen
extraterrestre: “Me considero una persona de mente abierta respecto al fenómeno
OVNI, ya que me parece muy arrogante pensar que somos los únicos seres
inteligentes en el Universo. Si el ojo humano pudiera divisar un millón de
estrellas en el cielo nocturno, el 10% de ellas tuviera un sistema solar como el
nuestro, el 10% de estos últimos poseyera un sol como el nuestro y, finalmente,
en alrededor del 10% de este tipo de estrellas orbitara algún planeta con una
composición química similar a la de la Tierra, habría cientos de lugares en los
que una forma de vida similar a la nuestra sería posible”.
LA CURIOSIDADUna de las circunstancias
que Alan Turner teme que utilizarán para desprestigiarle es el hecho de que no
recuerda exactamente la fecha en la que se produjo el incidente del que fue
testigo. En una carta fechada el 10 de noviembre de 2007 se disculpó por ello.
En cualquier caso, tiene las ideas muy claras: “Mantengo lo que dije que vi
porque sé lo que vi”.
Fuente: http://www.masalladelaciencia.es